ALGUNAS REFLEXIONES INICIALES SOBRE LAS ELECCIONES DE ESTE AÑO

ALGUNAS REFLEXIONES INICIALES SOBRE LAS ELECCIONES DE ESTE AÑO

Por MONSEÑOR JOSÉ H. GOMEZ
Arzobispo de Los Ángeles

Todavía estoy tratando de asentar mis pensamientos por lo que respecta a las elecciones de este año.

La gente me ha estado preguntando: ¿Qué está pasando en Estados Unidos? No estoy seguro de tener las respuestas. Pero he estado orando, leyendo y pensando mucho acerca de la cuestión. Estas son algunas reflexiones iniciales sobre el tema.

Lo que me llama la atención en primer lugar es que no se están discutiendo muchos temas importantes, empezando por la continua injusticia diaria del aborto, de ese asesinato de niños inocentes aún no nacidos, que en los últimos años ha sido agresivamente promovido como un “derecho” fundamental que sobrepasa a todos los demás derechos y consideraciones de nuestra sociedad.

Sin ningún orden en particular, les presento algunas otras cuestiones que están en mi corazón, las cuales veo que los candidatos no han estado abordando de ninguna manera significativa:

• El tema de la falta de vivienda y la falta de trabajo, especialmente en las comunidades de minorías, y la crisis de la vivienda accesible en nuestras ciudades principales;

• La continuada evidencia de la injusticia racial dentro de nuestra sociedad;

• La injusticia de la pena de muerte; el estado de nuestras prisiones y las desigualdades en la manera en que definimos los delitos y en que castigamos a los condenados;

• La creciente promoción de la eutanasia y del suicidio asistido;

• La negación de derechos a los trabajadores agrícolas y a otros trabajadores de bajos ingresos e indocumentados.

Y hay más.

Los cristianos enfrentan la persecución genocida en Oriente Medio y en África, y hay un debilitamiento dramático de la libertad religiosa y de los derechos de la conciencia aquí en Estados Unidos. ¿Dónde se está hablando de esto en las elecciones de este año?

La evolución en los sistemas de guerra en los últimos años -el uso de aviones no tripulados, la manera en que elegimos los “blancos” y en que definimos a los “combatientes enemigos”- plantean, todos ellos, cuestiones morales delicadas. Sin embargo, nadie está discutiendo estos temas tampoco.

Cuando reflexiono acerca de estas elecciones, veo a Estados Unidos como un país que se está separando y dividiendo cada vez más por causa del dinero y de los privilegios y por el interés de clase social.

Esto es más evidente en la brecha cada vez mayor que hay entre los que están prosperando y los que con trabajos están apenas saliendo adelante en nuestro país. La distancia entre estos grupos no es sólo económica, es cultural. Es una distancia que se percibe también por lo que respecta al nivel de educación, a la raza, a los vecindarios y a los antecedentes familiares.

Muchos de los que están en la “cumbre” de la sociedad americana -las élites que gobiernan y controlan la economía, los medios de comunicación y la educación -parecen ahora estar viviendo en un país diferente, desconectado de las esfuerzos y las luchas del pueblo que está por debajo de ellos. Muchos incluso parecen despreciar a los estadounidenses comunes, como si su condición privilegiada los hiciera, de alguna manera, “mejores”.

Obviamente, esto no se aplica a todo el mundo. Todo el tiempo veo extraordinarias muestras de generosidad y actos de bondad por parte de personas ricas e influyentes, así como también por parte de un sinnúmero de estadounidenses comunes y corrientes.

Pero no se puede negar que estas divisiones existen en la vida estadounidense. Y han ido creciendo, a medida que el trabajo, las finanzas y la producción de bienes y servicios se han vuelto más globalizados.

Esta fragmentación de Estados Unidos es una de las fuentes de la frustración “ante el sistema” que vemos en las elecciones de este año. Millones de personas sienten que están viviendo al límite: vulnerables, impotentes y abandonados por sus líderes. Como si sus vidas no importaran.

Y es un hecho muy preocupante que las familias de las personas que están a la cabeza no tienen que sufrir las consecuencias de algunas de las decisiones políticas que ellos mismos toman. Hemos llegado a aceptar un país en el que las escuelas y la infraestructura se están desmoronando, y en el que el agua potable está contaminada, no en los vecindarios en donde viven las élites, sino sólo en las comunidades de las minorías y de los pobres.

En el núcleo del descontento en la vida estadounidense, veo una confusión acerca de la persona humana.

Todas esas discusiones y debates acerca de la identidad y etnicidad sólo están enmascarando un problema fundamental en nuestra sociedad: ya no sabemos lo que somos, de dónde venimos o para qué estamos hechos. Ya no sabemos lo que significa ser una persona humana.

La democracia no puede subsistir sin una comprensión adecuada de la persona humana.

El gobierno existe para servir a la persona y para asegurar que las condiciones en las que las personas puedan crecer y florecer sean adecuadas. Si no sabemos lo que una persona “es” o “para qué sirve”, corremos el riesgo de convertirnos en una sociedad en la que hombres y mujeres se conviertan en instrumentos materiales para ser explotados.

Es evidente que necesitamos una nueva política, una política del corazón que haga énfasis en la misericordia, el amor y la solidaridad. Los signos preocupantes de nuestra vida pública son todos ellos “fruto” del laicismo radical y del individualismo radical.

Así que en estos meses y años por venir, hemos de ir buscando nuevas formas de avanzar en la visión del Evangelio, la cual es una visión de solidaridad, que implica compartir nuestra humanidad, puesto que todos somos hermanos y hermanas, hijos del Dios vivo, que nos ama y que tiene un plan de amor para nuestras vidas.

Estos son algunos de mis pensamientos ahora que he empezado a reflexionar sobre la elección que tenemos ante nosotros. Habrá mucho más por lo cual orar, y sobre lo cual pensar y escribir en las próximas semanas.

Oren por mí esta semana y yo oraré por ustedes. Y pidámosle a nuestra Santa Madre María que interceda por nuestro país, y especialmente por los pobres. VN

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El nuevo libro del Arzobispo José H. Gomez, ‘Inmigración y el futuro de Estados Unidos de América’, está disponible en la tienda de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. (www.olacathedralgifts.com).

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